Clases de ‘merca’

*Publicado en El Norte el 27 de julio del 2014

De gran beneficio serían unas clases de mercadotecnia a nuestros funcionarios públicos.

Expertos en la materia, como Philip Kotler, nos dicen que el objetivo del marketing es entender profundamente al consumidor, de manera que el producto o servicio que se le ofrece es tan idóneo que se vende por sí solo.

Bajo esta lógica, algo se está haciendo mal si nuestros funcionarios públicos tienen que derrochar millones de pesos en informar a los ciudadanos sobre los enormes beneficios que sus servicios nos han brindado.

Veamos uno de los casos más recientes. Hace una semana el director de Comunicación Social del Municipio de Monterrey, Fabián Adame, justificó el alza de un 53 por ciento al presupuesto de publicidad al declarar que están “posicionando las acciones del Municipio para que la gente esté enterada, para su beneficio”.

Si esto no se trata de una promoción política a favor de Margarita Arellanes, sino que es realmente una comunicación de resultados, como lo dice Adame, ¿qué tan exitosas han sido las acciones del Municipio?

Porque si los expertos nos dicen que la mejor mercadotecnia es tener servicios que se vendan por sí solos, ¿qué tan malos tendrán que ser los resultados del Municipio para gastar 62.5 millones de pesos en informarlos?

Esta situación no es ajena al resto de nuestros gobernantes y demuestra que la gran mayoría de los funcionarios públicos son incapaces de entender la mercadotecnia, pues la mejor manera de comunicarle al ciudadano que su calidad de vida ha mejorado es, precisamente, mejorándole su calidad de vida.

Tal es el caso de Federico Vargas, quien como titular de la Secretaría de Desarrollo Social en Nuevo León tiene la encomienda de cumplir con la misión de este organismo: “Lograr la superación de la pobreza mediante el desarrollo humano integral”.

¿Cómo argumenta Vargas que está cumpliendo con ese objetivo? Derrochando millones de pesos en loterías, carnes asadas, quinceaños; repartiendo despensas, regalos, playeras y pelotas a toda persona que se sume a su estructura “de trabajo” y le proporcione datos de su credencial de elector.

¡Y ahora lo hace desde su casa!, como documentó ayer EL NORTE.

No hace falta ser un experto en política pública para entender que estas acciones jamás les mejorarán la calidad de vida a sus “beneficiados” ni lograrán que superen la pobreza.

Para nuestros políticos la mercadotecnia funciona distinto, pues no necesitan comprobar ser buenos funcionarios públicos: con aparentarlo es suficiente.

Basta con que el electorado piense que esas acciones no tardan en generar un beneficio, pues para cuando se den cuenta de que éste no llegará, el funcionario ya estará disfrutando de otro cargo político.

Esta manera de gobernar nos deja claro que entre sus prioridades no está el bienestar común, porque si realmente lo buscaran no se gastarían millones de pesos en promoción y acciones que -además de no mejorar permanentemente la calidad de vida de los ciudadanos- fortalecen las redes clientelistas y dañan nuestra democracia.

Podrán argumentar que a través del reparto de útiles escolares a miles de familias, de plantar un millón de flores, de regalar despensas, realizar campamentos de verano, crear playas artificiales o patrocinar festejos de quinceaños, están mejorando nuestras vidas, pero mientras no veamos una juventud mejor educada, una ciudad mejor planeada y limpia y la verdadera erradicación del hambre en nuestra comunidad -entre muchas otras cosas-, no podremos decir que vivimos mejor.

Nuestros gobernantes no saben de mercadotecnia, pues si lo que buscan es otro puesto público, sabrían que la mejor campaña son los resultados, ya que éstos no requieren de millones de pesos para darse a conocer.

Los resultados hablan y se venden por sí solos.

Published by

Eugenio Garza

Buscando un mejor México.

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